Todos los años cumplimos años queramos o no, sucede anualmente, nos vamos haciendo mayores y más experimentados al menos en teoría. En algún momento nuestros progenitores o sus padres se convierten en los familiares de mayor edad en la familia, el envejecimiento, una enfermedad o un accidente los hace necesitar cuidado para sus actividades diarias y esto trae cambios en la dinámica familiar.
Debemos comprenderlo como parte del ciclo familiar, unos son hoy los mayores y mañana seremos nosotros, es la ley de la vida. Como abordemos esta etapa del ciclo familiar hará la diferencia en nuestros familiares mayores, en nuestra familia nuclear y en nosotros mismos. El bienestar personal de nuestros seres queridos es algo que anhelamos para ellos.
Dentro de esta gama de información encontramos que el bienestar personal se plantea en seis dimensiones: física, emocional, intelectual, social, vocacional y espiritual. La práctica y desarrollo de estas dimensiones es lo que nos hará sentirnos bien; tener bienestar. Suena bonito y tal vez se lee mejor, más para lograr esto, en nuestros familiares mayores debemos poner amor y empeño, sino difícilmente sucederá.
Necesidades Psicológicas humanas
Según la Teoría de Autodeterminación, tenemos tres necesidades o motivadores universales que por facilidad podemos llamar las 3 A: Autonomía. Alcance y Afiliación. La autonomía es poder tener control sobre lo que nos afecta, es la necesidad que una persona tiene de poder disponer acerca de sus decisiones y comportamientos.
El alcance es el poder lograr cosas, es la necesidad de demostrar habilidad y dominio sobre lo que nos rodea, cosas que uno está aprendiendo y desarrollando mientras toma acciones que lo llevan a lograrlas. La afiliación es la necesidad de tener relaciones cercanas e interacciones significativas con otros, esto incluye recibir apoyo y apoyar a otros.
El dedicarles tiempo para rezar, ver el programa religioso que le gusta, cantarle al Señor si le gustaba hacerlo, produce momentos de bienestar espiritual que fortalecen su vida interior produciendo paz y serenidad. El ser facilitadores de bienestar espiritual para nuestros familiares mayores contribuye también a solucionar situaciones pasadas en la familia trayendo reconciliación y perdón a la familia.
Nuestros familiares mayores vivieron junto a nosotros, cuando nacimos ya estaban, el compartir la vida con ellos debe producir alegría y esperanza, en nosotros y en ellos, cuando incluimos el bienestar espiritual como parte del ciclo de vida familiar tenemos la certeza que aun no estando con nosotros, además de sentir el amor que nos unió seguiremos unidos nos reunamos con el Señor y compartamos todos juntos la eternidad.
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